Todos quieren ser amos y ninguno el dueño de sí mismo.
El recurso final del hombre destruido es el delito.
El hombre no se da cuenta de cuánto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
Toda lágrima enseña a los mortales una verdad.
El uso de las facultades que me concedió la naturaleza es el único placer que no depende de la ayuda de la opinión ajena.
Una parte de los hombres actúan sin pensar y la otra piensa sin actuar.
Mas las iras del mundo y del destino olvidando por ti, por ti suspiro luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?
¡Yo, que no conozco otra cosa, ni sé, ni tengo más que a ella!
El odio es la cadena más abominable con la que una persona puede obligar a otras.
No sé para qué vine al mundo, ni cómo, ni qué hay en él, ni quién soy yo. Y si corro a investigarlo, vuelvo confundido por una ignorancia aún más espantosa. No sé qué es mi cuerpo, ni mis se...
¿Tengo que decirte esto a ti que tantas veces has tenido que sobrellevar el peso de verme pasar de la tristeza a la loca extravagancia, de la dulce melancolía a la depravada pasión?
Del mismo modo que la naturaleza tiende hacia el otoño, se va haciendo otoño en mí y en cuanto me rodea.
Un hombre tiene muchas vías de salvación, y como último remedio la tumba.
Muchas veces me acuesto con el deseo, y a menudo con la esperanza, de no volver a despertar.
El arte no consiste en representar cosas nuevas, sino en representar con novedad.
Cuentan que hay una raza noble de caballos que, cuando se sienten muy sofocados y batidos, se muerden ellos mismos, por instinto, una vena para poder recobrar el aliento. Lo mismo me ocurre a mí much...
¿Más no vive el mortal, cuando ya muda es para él del mundo la armonía, si puede alimentar dulces recuerdos en los pechos amantes?
¡Dios! Tú ves mi miseria y sabrás ponerle fin.
Amor entre las sombras y el infierno, seguirá inmortal, omnipotente.
Me dejaré arrastrar por el brazo prepotente de mi destino.